Tras una larga y abrupta subida de unas dos horas (algo más si preferimos ir relajados disfrutando de cada rincón) llegaremos a un collado justo debajo de la cima de las famosas "Torres". Estas formaciones rocosas, erosionadas hasta el extremo con formas verdaderamente increibles, llevan siglos desafiando a la gravedad. Da la impresión de que quitando un solo guijarro del puzzle, toda la montaña se vendrá abajo.
El otro día aproveche para ascender por esta ruta y muchas fueron las gratas sorpresas que me salieron al paso, incluyendo un pequeño grupo de cabras montesas a las que desperté sin quererlo de su descanso matutino. Tras culminar la ascensión pude observar, a pesar del gris plomizo que cubría el cielo, de las bonitas vistas que este balcón me brindaba de la hoya de San Blas y el valle de Miraflores de la Sierra.
La Pedriza es sin duda un santuario verde de todos nosotros, uno de los pocos que aún quedan en el sistema central. Y cuanto más lo conozco y lo exploro más considero su majestad y su valía.
No quiero despedirme sin recordar la figura de Iñaki Ochoa de Olza, gran montañero navarro, fallecido el día ayer en el Anapurna tras resistir cinco días con gravísimas lesiones. Su figura es un modelo para todos los que amamos la montaña y la naturaleza.
Un saludo a todos.