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jueves, abril 28, 2011

Semana en Cádiz pasada por agua

Un año más nos habíamos animado a continuar con la tradición de bajar hasta las costas gaditanas por Semana Santa. Pero se nos olvido pedir permiso a la cambiante primavera y así nos fue. El destino inicial, como todos los años, era Conil de la Frontera, en mi opinión el pueblo más bonito de toda la costa de Cádiz, pero las previsiones de viento nos la jugaron durante todo el fin de semana: 40 km/h con rachas de más de 60. Un tiempo muy desapacible para estar en la playa, y de coger olas ya ni hablamos.

La cercana Costa del Sol fue nuestro refugio improvisado. El problema era que pasando Estepona hacia el oeste parece misión imposible acercarse a una playa sin cruzar territorios de hoteles, parkings de pago y otras instalaciones. Me lo habían contado pero no lo creí hasta que lo vi: la Costa del Sol es un pozo negro donde no existe un metro cuadrado sin explotar. Por fortuna, encontramos un pequeño aparcamiento y zona de "relativa" tranquilidad donde poder dejar la furgo y el perro medio suelto en un paraje cercano a Marbella. Además, junto a un espigón asomaban unos picos muy prometedores que resultaron ser una ola a izquierdas muy maja. Y gracias a eso pasamos el disgusto que el viento de levante nos había dado. ¡Quién me iba a decir que acabaría haciendo surf en mitad de la Costa del Sol!


Tres días después, cuando parecía que el viento amainaba pusimos rumbo a Conil. Pero lo que encontramos allí fue bastante peor que lo que habíamos evitado. El levante paró de soplar si, e incluso dejo un día de tregua del que disfrutamos de un buen baño por la mañana. Pero al día siguiente, el borrascón que se acercaba a la península por las Canarias entró de lleno en Cádiz aguando la Semana Santa, las vacaciones, las procesiones y mis ganas de playa.

Tras día y medio de deliberaciones sobre si aguantar o volvernos, pusimos rumbo a casa. No han sido malas vacaciones pero me quedo con un regusto amargo y muchas ganas de playa.