Tras poco más de 4 horas de viaje llegamos a la localidad de Tavernes, entre Cullera y Gandía. Y allí, entre naranjos y huertas pudimos encontrar un tranquilo rincón donde poder aparcar la furgo y descansar del viaje. A la mañana siguiente lo esperado, carreras por la playa, la furgo y nosotros llenos de arena y nadie por ningún lado. Choca un poco al principio para uno de Madrid ver una playa del Levante totalmente solitaria, aunque rápidamente te acostumbras ¡como no!
Tras pasar el día como lagartijas al sol, llega la tarde y el Chui (mi perro, a la derecha de la foto) aparece con una amiga que acababa de conocer. La amiga en cuestión era una perraza que ocupaba como tres veces más que el, aunque esto no fue impedimento para su amistad.
Esta mañana, la despedida ha sido amarga. Para el pobre chui porque dejaba atrás a su colega de juegos y para nosotros porque terminaba el fin de semana. Rumbo a casa que mañana toca currar.
Un saludo a todos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario