Un paseo a ritmo lento y pausado nos llevará recorriendo la ciudad, primero a la plaza de la catedral y tras ella, al imponente Alcázar que defiende la ciudad. Si tras el ejercicio se nos ha abierto el apetito, no podemos negarnos a probar el plato más tipico de estas tierras castellanas: unos sabrosos Judiones de la Granja seguidos de un buen cochinillo asado.
Otro paraje que he podido disfrutar este fin de semana ha sido el desconocido Palacio de Riofrio. Como su nombre indica, es un pequeño Palacio Real, a las afueras de Segovia que sin poder rivalizar en belleza y poderio con el Palacio de La Granja, puede presumir de estar rodeado de una tranquila zona verde de recreo. Este área natural protegida, además de estar equipada con lo necesario para poder disfrutar de un buen día de campo (mesas, sillas, papeleras, fuentes, etc) tiene el atractivo de tener animales salvajes dentro de sus límites.
Sin duda, ha sido la mejor manera de “estirar” los 2 días del fin de semana, convirtiéndolos en unas bonitas minivaciones.
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